El paso tan lento del amor

Un joven de 25 años llega a Italia desde Buenos Aires en marzo de 1955, sin dinero y con la firme convicción de no regresar. Su odisea lo lleva primero a Nápoles y luego a una Roma efervescente, marcada por su condición de indigente. Desde ese umbral de pobreza absoluta, emprende un aprendizaje lento y oscuro, pero cargado de dignidad. A lo largo de su trayecto, atraviesa paisajes de abandono físico y emocional donde sobreviven seres azarosos: figuras que lo ayudan por compasión, interés o simple azar. Entre ellas, queda impactado por la transformación de la cantante Maria Callas. Luego llega a Madrid, donde la vida le presenta un nuevo escenario—la dictadura franquista— y lo aproxima al mundo del espectáculo de la mano del actor Antonio Vilar y la excéntrica Ana de Pombo. Todo ello transcurre en una atmósfera teñida por encuentros generosos, contrastes dolorosos y una constante sensación de aprendizaje. Finalmente, alcanza París, ese destino anhelado, introducido por una pintora ominosa llamada Domenica (una encarnación literaria de Leonora Fini). Allí comienza una nueva travesía: el paso del castellano al francés, como metáfora de su búsqueda de identidad. La narración logra que el lector experimente esa extremada fragilidad humana y reconozca la fuerza presente en ese lento, bello y doloroso tránsito hacia la dignidad.