La historia se desarrolla a partir de un juego literario donde se entrelazan realidad y ficción, pasado y presente. El protagonista, Raimundo Silva, es un corrector de textos de una editorial en Lisboa. Durante su trabajo, Raimundo introduce deliberadamente la palabra "no" en un libro sobre la historia del sitio de Lisboa en 1147, cambiando el sentido de un hecho histórico clave: afirma que los cruzados no ayudaron a los portugueses a reconquistar la ciudad a los musulmanes. Este acto de rebeldía altera la rutina de Raimundo y lo lleva a reflexionar sobre las consecuencias de alterar la historia, desatando una narrativa paralela en la que reimagina el cerco de Lisboa de forma alternativa. A medida que profundiza en esta reescritura, Raimundo no solo explora un pasado ficticio, sino que también vive un presente en el que descubre sentimientos nuevos, especialmente a través de su relación con la supervisora de la editorial, Maria Sara. La novela combina elementos de la historia y la ficción para cuestionar la objetividad de la historiografía y el poder de la palabra escrita para cambiar la percepción de la realidad. Con su característico estilo de frases largas y reflexivas, Saramago propone una meditación sobre el papel del lenguaje, la responsabilidad de los narradores y la delgada línea que separa la realidad de la imaginación. A través de esta obra, el autor portugués reflexiona sobre cómo el pasado puede ser reinterpretado y cómo los pequeños gestos pueden desencadenar grandes cambios.