Sorprendida, la señora Bartolotti recibe por correo un niño de siete años. Obligada por las circunstancias, deberá cuidar de él y educarlo. Y lo hará; pero eso sí, de forma original y divertida. Konrad es un niño de siete años fabricado para ser perfecto, es decir: educado, formal, nada respondón, buen compañero, enemigo de las palabras soeces y de los insultos, comedor de alimentos sanos, respetuoso con sus mayores... que llega por error, en una lata, a la casa de la señora Berta Bartolotti una artista hippy más bien desordenada, estrafalaria y poco convencional. Este choque de caracteres, más que desacuerdos, trae mucho cariño y tolerancia y cuando reclamen la mercancía, por haberla enviado a un lugar equivocado, su madre adoptiva se las ingeniará para no perder a su perfecto hijito