Ertico era callado, feíllo y bajito. Se sentaba en medio del aula, permanecía tranquilo en un rincón durante el recreo, y al terminar las clases se iba a casa derechito y solo, pero nada de eso le gustaba, y para cambiarlo obtuvo la ayuda de su abuela.. Ediciones SM. Barcelona. Año 2006. 15ª edición