En la actualidad, el número de especialistas que completan la formación tanto en oncología como en geriatría es muy reducido. A escala nacional (e incluso mundial), la proporción de oncólogos con formación en geriatría y la proporción de geriatras con formación en oncología a insuficiente. La mayoría de ancianos con cáncer son tratados, y seguirán siéndolo, por oncólogos sin formación especifica, a los que es habitual que les surjan muchas dudas cuando tienen que enfrentarse a un paciente de esa edad. Algunas de las estrategias para acelerar el impacto de diversas iniciativas educacionales y cubrir este vacío de formación incluyen la obtención de evidencia científica de peso, la creación y la diseminación de material didáctico y la integración de la docencia en oncogeriatría dentro del programa educativo de los médicos residentes.