Six Days of Glory (traducción al castellano adjunta)

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Descripción
1814 - Tambaleándose por su desastrosa derrota en Leipzig el año anterior, Napoleón y su ejército cruzaron el Rin de regreso a Francia. El emperador esperaba que esta gran barrera fluvial le proporcionara tiempo suficiente para levantar un nuevo ejército. Pero, justo cuando los María Luises, como se conocía a estos reclutas, comenzaron a llegar al frente, los prusianos, bajo su incondicional príncipe Blücher, cruzaron ese gran río con sorprendente facilidad. Un segundo gran ejército aliado bajo el mando del príncipe Schwarzenberg tomó una ruta más meridional. Apenas había terminado el nuevo año, cuando se oyó gritar en una docena de idiomas diferentes a los soldados que desfilaban por las dos grandes carreteras paralelas hacia la capital francesa. A pesar de lo incompletos que eran sus preparativos, Napoleón reunió todas las tropas que pudo y trató de anticiparse a esta masa. Se reunieron en Brienne (29 de enero). Era solo una escaramuza, pero el Emperador podía reclamar el éxito. Esto resultó efímero, ya que los aliados consolidaron sus tropas y abrumaron a los franceses en La Rothiere (1 de febrero). Para los aliados, sin embargo, esta victoria resultó peor de lo que habría sido una derrota, ya que se confiaron demasiado. El príncipe Blücher, que consideraba abierto el camino a París, optó por el premio. Su progreso no sólo puso una distancia cada vez mayor entre él y la fuerza de Schwarzenberg, sino que sus propias columnas se extendieron. Napoleón no tardó en aprovechar la oportunidad que esto le presentaba. Dejando una pequeña fuerza para atar a Schwarzenberg, el emperador giró hacia el norte y golpeó a los prusianos en el vientre, aplastando a un cuerpo en Champaubert (10 de febrero). Antes de que Blücher pudiera siquiera evaluar la situación, Napoleón lo golpeó de nuevo, ganando la batalla de Montmirail (11 de febrero). Y mientras Blücher intentaba frenéticamente recuperar el equilibrio, fue golpeado una vez más en Vauchamps (14 de febrero). Por un breve momento en febrero de 1814, Napoleón poseyó una vez más la chispa sagrada. Desde entonces, la historia ha recordado este momento, llamándolo Los Seis Días de Gloria.