El pingüinito está intentando con sumo cuidado alcanzar la cumbre de la pirámide de animales. Para ello y sin que los demás a penas se den cuenta, trepa suavemente por la espalda del cocodrilo y salta rápidamente para aferrarse al cuello del lagarto. Desde ahí, se balancea con suma destreza hacia la serpiente y en un santiamén se coloca encima del tucán. Solo le falta pasar a la oveja que no cesa de balar y ¡¡¡aish!!! Un poquito más y ya estará en la cúspide. Habilidosamente el pingüinito se agarra a la cola del mono, sin que apenas le quede aliento pero muy contento alcanza finalmente la cima de la pirámide y con sumo orgullo mira hacia abajo. Mientras tanto, la pobrecita hormiga mirando hacia arriba con desconsuelo, piensa para sí misma: “¿Y cómo voy a llegar yo hasta allí?”